Tucumán ha sido escenario de grandes audacias y cuna de quienes se animaron a transformarlas en proyectos sólidos. Hace dos siglos, en esta provincia se libró una batalla decisiva para concretar un sueño libertario. Cuatro años después, un grupo de hombres se reunió en una casa tucumana para declarar su independencia frente a un imperio e imaginar un país en medio de un desierto. Un hijo de esta tierra sería el encargado de diseñar uno de los esquemas institucionales más extraordinarios de América Latina y un comprovinciano suyo sería el primer presidente de un período de siete décadas en el que la Argentina deslumbraría al mundo.
Un 4 de agosto como hoy, hace exactamente cien años, un uruguayo que había dejado atrás las luchas civiles de su país imprimió en este suelo la primera edición de un periódico que pretendía llegar tanto a las más altas como a las más modestas clases sociales. Nació un domingo para llenar, como decía su primer editorial, el paréntesis que se abría en el único día en que no había publicaciones. El proyecto de Alberto García Hamilton pronto se convertiría en diario, destronaría al poderoso El Orden y se erigiría como el gran faro de la prensa del Norte argentino.
Los hijos del fundador compartieron su pasión por el periodismo y co-dirigieron el diario. Alberto (h) muere prematuramente y Enrique, el mayor de los hermanos, se encargará de consolidar los pilares de una empresa periodística que fue, y sigue siendo, un modelo para el periodismo nacional. Hoy los nietos y bisnietos del fundador tomamos su legado con responsabilidad, sabiendo que debemos conquistar diariamente nuestra herencia. LA GACETA está sustentada por una empresa de familia, comprometida con los propósitos fundacionales, en épocas en que la tarea periodística es amenazada por las turbulencias de la economía y un clima de creciente intolerancia hacia la prensa independiente.
Quienes hacemos LA GACETA renovamos el sueño audaz de 1912. Queremos hacer un diario próspero en pleno siglo XXI. Sabemos que, en el corto o en el largo plazo, sin rentabilidad no hay independencia; sin independencia no hay credibilidad; sin credibilidad no hay audiencias; sin audiencias no hay medios independientes; y sin estos se quiebra un presupuesto esencial para la vigencia de la democracia, el equilibrio republicano y las libertades básicas.
Los medios interpelan al poder para que este rinda cuentas sobre la administración de los recursos de todos. Esta es la misión central del periodismo y la obligación ineludible de los gobernantes. Sin acceso a información pública a través de fuentes independientes, los ciudadanos no pueden conocer debidamente cómo se administran sus propios intereses, no pueden juzgar la gestión de sus mandatarios ni avalarla o reprobarla por medio de su voto. No pueden, por lo tanto, ejercer y defender plenamente sus derechos.
Nuestra audacia ha dado sus frutos. Hemos demostrado que la prensa puede estar más viva que nunca si se plasma en productos que sepan combinar lo mejor del pasado con las grandes tendencias que prefiguran el porvenir. La clave pasa por adaptarse y transformarse. Pero, simultáneamente, por afianzar y potenciar las diferencias específicas del periodismo tradicional. Aprovechando las riquezas y la plasticidad del lenguaje, los tiempos necesarios para procesar el vertiginoso caudal informativo. Narrando con la profundidad y la estética que no pueden lograr los medios audiovisuales. Modernizándonos, pero sin dejar de hacer lo que mejor sabemos hacer: contar buenas historias, jerarquizar, chequear, interpretar, anticipar. Aportándole al lector múltiples elementos para poder conocer mejor, comprender y participar activamente en una realidad cada vez más compleja y cambiante.
Desde la provincia más chica hacemos el diario de mayor circulación promedio del interior del país. Con una media de 200.000 visitas diarias, nuestra edición online es uno de los sitios argentinos de noticias con mayor tráfico en Internet. Nuestro diario cumple así, con creces, el objetivo fundacional al cubrir los intereses de los más diversos lectores y usuarios. Llega diariamente a sus casas, a sus trabajos o a los dispositivos que los acompañan a lo largo del día. LA GACETA siempre está allí, renovándose durante las 24 horas, anunciando la última novedad y proporcionando el análisis que permite contextualizarla. Es tan grande la identificación que tiene con su audiencia que, como ocurre con pocas y privilegiadas marcas a nivel global, su nombre ha sustituido la designación del producto. En Tucumán, diario se dice "gaceta".
Invertimos en rotativas, nuevas tecnologías, rediseños y reestructuraciones, pero estamos seguros de que todo futuro auspicioso para el periodismo pasa, fundamentalmente, por la calidad de los periodistas. Por eso nuestra apuesta central se concentra en la Redacción. Todos nosotros no constituimos, esencialmente, una empresa que tiene un diario. LA GACETA es un diario que tiene una empresa detrás, una sociedad subordinada a los valores del periodismo.
En las páginas de LA GACETA podemos encontrar las notas a pie de página de la historia de Tucumán, los latidos de su presente y las líneas que dibujan el horizonte de la provincia y sus habitantes. El diario ha sido y continúa siendo un espejo y una plaza pública en los que los tucumanos ven reflejados los pasos que van dando como sociedad y donde debaten sobre sus principales problemas e intereses. LA GACETA fiscaliza al poder; alerta a los ciudadanos sobre los desvíos de sus representantes o sobre lo que estos pretenden ocultar; radiografía los vaivenes de la economía; registra la vitalidad de la cultura; anticipa y desmenuza la oferta de entretenimientos a la que pueden acceder los tucumanos; transmite los cambios que se producen en la provincia, el país y el mundo. Los lectores toman de allí los elementos para intervenir fundadamente en la vida pública, incorporan los datos y análisis que les permiten tomar decisiones en el ámbito privado y aportan sus propias visiones para conjugarlas con otros enfoques. Por eso este centenario es motivo de celebración para la industria periodística pero lo es, sobre todo, para los habitantes de una provincia íntimamente unida al diario que la ha acompañado a través de las décadas.
Este 4 de agosto nos encuentra con la vitalidad del primer día y mirando al futuro con la misma confianza del fundador. Creemos tener los reflejos, la capacidad de trabajo y el entusiasmo necesarios para continuar haciendo, junto a todos nuestros lectores, esa GACETA plural, abierta y dinámica que vino a llenar un paréntesis y que terminó acompañando a los tucumanos, durante todos los días y a lo largo de un siglo.